El rendimiento físico de un/a deportista es valorado en el presente, en una milésima de segundo más o menos. Un centímetro que puede hacerte ganar o enviarte a casa con las manos vacías. Todo el entrenamiento y esfuerzo que un/a atleta haya realizado para alcanzar la oportunidad de demostrar su valía, queda relegado al pasado. 

Lo que importa es el aquí y ahora. Su resultado dependerá de la gestión técnica y física que haga en el momento de la verdad. Es en ese momento donde el único componente capaz de hacernos rendir, de demostrar todo aquello conseguido con el entrenamiento, es nuestra cabeza. 

Mantener nuestra mente concentrada en un objetivo, nos ayudará a rendir en el momento adecuado. Es en este punto concreto en el que el trabajo de los psicólogos deportivos sale a la luz. Una labor de gestión de la mentalidad de los/as deportistas, orientada a focalizar los pensamientos de los/as atletas en una misma dirección.

Pero su tarea no se limita sólo a la motivación de los/as deportistas, también les ayudan a lidiar con el fracaso. Les fortalecen anímicamente para que éstos/as tomen sus propias decisiones, por negativas que puedan parecer. Ya que de esta manera, siempre aprenderán de sus acciones.

Reconfiguran la presión que sufren los/as deportistas, beneficiándose de su poder psicológico para potenciar sus actividades deportivas. Otro elemento que puede dañar la sensibilidad de ellos/as son las lesiones. Para este proceso traumático, los/as psicólogos/as deportivos tratan de dirigir convertir los pensamientos negativos del deportista en ganas de superación

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¡Mens sana in corpore sano!