Hablar de la historia del alpinismo es hablar de Wanda Rutkiewicz, una de las mujeres más influyentes y valientes en la montaña. Su trayectoria es símbolo de esfuerzo, superación y pasión por la naturaleza, valores que en ETEVA compartimos y transmitimos en cada formación.
Una mujer en la cima del K2
En 1986, Wanda Rutkiewicz se convirtió en la primera mujer en alcanzar la cumbre del K2, la segunda montaña más alta del planeta y considerada una de las más peligrosas. Este hito no solo marcó su carrera, sino también la historia del montañismo femenino, rompiendo barreras en un ámbito tradicionalmente dominado por hombres.
Antes, en 1978, ya había hecho historia al ser la tercera mujer en alcanzar la cima del Everest. Su nombre empezó a resonar en todo el mundo, inspirando a generaciones de alpinistas que vieron en ella un ejemplo de determinación y coraje.
Pasión, entrega y resiliencia
La vida de Rutkiewicz estuvo marcada por grandes logros y también por grandes desafíos. Su carrera fue una constante búsqueda de superación, con una energía inquebrantable para afrontar expediciones que exigían tanto física como mentalmente.
Su capacidad de liderazgo, su fuerza interior y su compromiso con la montaña la convirtieron en un referente indiscutible. Wanda no solo escalaba cumbres, también derribaba prejuicios y demostraba que la montaña es un espacio de igualdad y mérito personal.
Un ejemplo que conecta con la filosofía de ETEVA
En ETEVA, creemos que la montaña es una escuela de vida: exige esfuerzo, respeto por la naturaleza, trabajo en equipo y capacidad de superación. Valores que Wanda Rutkiewicz encarnó en cada expedición y que hoy siguen siendo inspiración para quienes se forman en disciplinas como el esquí alpino, el snowboard o el esquí nórdico.
Dar visibilidad a figuras como la suya es también una forma de recordar a nuestros alumnos y alumnas que formarse en deportes de montaña no es solo adquirir una titulación, sino también heredar una cultura de pasión, compromiso y respeto por la montaña.
Un legado que inspira nuevas generaciones
Wanda Rutkiewicz desapareció en 1992 durante una expedición al Kangchenjunga, pero su legado sigue vivo. Cada relato sobre su vida nos recuerda que la montaña es un desafío constante, y que el verdadero éxito está en la pasión y el coraje con los que se enfrentan los retos.
Su historia, como la de otras mujeres pioneras, nos invita a seguir soñando y a mirar la montaña no solo como un objetivo deportivo, sino como un camino de aprendizaje y crecimiento.



